Todo está lejos. Todo es una copia, de una copia, de una copia.

martes, agosto 16, 2005

Closer


Hay cosas que nunca se dicen. O que por lo menos todos sabemos que no deben decirse. Uno siempre guarda secretos hasta con los que más ama. Secretos que revelados desencadenan el inevitable destino. En esto radica lo inquietante de Closer, en que sus personajes llevados por la desesperación (y por el deseo), se obligan a decirse lo que debieran callar. Tal vez por eso sea una película que no puede dejar indiferente, a todos nos toca en algo, todos tuvimos alguna vez la intención de decir aquello que no debemos, de dañar a otro con una revelación innecesaria. Y si alguna vez cometimos ese error, aprendimos del arrepentimiento. Pero en Closer no escarmientan, una y otra vez se ven llevados por lo que dicen y sus vidas cambian para siempre a raíz de sus palabras.
El poder de las palabras y el poder del deseo, el poder de los sentimientos revelados, la desnudez de quien revela lo que siente, todo eso nos hace vulnerables, ante eso conocemos los códigos de las relaciones humanas. Porque uno siempre asume que lo que escucha del otro es sólo una parte de la verdad, como también asume que intentar revelar esa verdad provoca un daño irreparable. La incertidumbre cansa, pero la certeza asesina. Y aveces, como en Closer, lo que creemos certeza no es tal. Las verdades descubiertas por las palabras, a medias o completamente, eso es algo que la película se guarda muy bien de explicar.
Pero entonces ¿Quién decide?