Todo está lejos. Todo es una copia, de una copia, de una copia.

viernes, septiembre 16, 2005

Leyendo a Kavafis


Tengo en mis manos las obras completas de Kavafis. Tal vez no sea la cumbre de la poesía como a muchos les gusta proclamar. Es más, tal vez todo este furor sólo sea producto de una moda, porque sacar a Kavafis en una conversación es tan bien visto como mentar a Frank Zappa o Glaubert Rocha, por lo que espero que también sea bien visto mentarlo en el blog (que snob). Pero lo cierto de todo es que Kavafis a veces es como un vaso de vino, otras como un buen cigarro, otras como una patada en los cocos, o como comer mierda. Nunca se sabe si te va a ir bien o mal cuando te acercas a un poema de Kavafis, tal puedes quedar feliz con ganas de gozar o salir corriendo a llorar, o sentir que es un ataque personal que alguien escriba algo así. Lo cierto es que con él los parámetros técnicos o teóricos no van al caso, cada poema es un todo o un nada, que no se relaciona con los demás más que por estar hechos en verso, tan bien se puede mover hablando del vino como de la batalla de las Termópilas para, en pocas hojas, pasar a describir el segundo antes del suicidio, además, como buen griego, sigue con la misma convicción tanto a Dionisio como a Apolo. Kavafis es un maldito, un romántico, un barroco, un gótico y un representante de la poesía clásica griega del siglo V a.c. entre otras cosas, pero es esta falta de unidad, este desdén ante cualquier estilo, esta imposibilidad de clasificarlo lo que lo hace impresindible. Para que los que no lo conocen le vayan tomando el gusto aquí van unos cuantos poemas (en español porque no sé griego):
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Fui
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Me desaté. Me abandoné del todo y fui.
Hacia los placeres, que medio reales,
medio imaginados en mi cerebro estaban,
fui en la noche iluminada.
Y bebí licores fuertes, como
los que beben los temerarios de la voluptuosidad.
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En la calle
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Su simpático rostro, un poco pálido;
sus ojos castaños, como cansados;
veinticinco años, aunque aparenta más bien veinte;
con algo de artístico en su vestir
-tal vez el color de la corbata, la forma del cuello-
camina sin rumbo por la calle,
como hipnotizado aún por el placer prohibido,
por el tan ilícito placer que recién alcanzó.
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La vitrina de la cigarrería
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Junto a una iluminada vitrina
de una cigarrería estaban, entre otros muchos.
Casualmente sus miradas se encontraron,
y el ilícito deseo de sus cuerpos
expresaron tímidamente, con vacilación.
Después, unos pocos pasos inquietos en la acera -
hasta que sonrieron, y se hicieron una leve seña.
Y entonces ya el coche cerrado...
el acercamiento sensual de los cuerpos;
las manos unidas, los labios unidos.
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El proximo año tomo el curso de griego, sólo para leer a Kavafis. Todos sabemos que la poesía pierde mucho en una traducción, por buena que sea. Pero en fin, lean a Kavafis.

1 Comments:

Blogger EP said...

diox maurex...

hace muxio tiempo lei un poema de Kavafis...creo que se llamaba "Velas", pero tuve un problema on ese poema, despues de leerlo no sabia si volverme loca o salir corriendo de esta vida...decia algo como que las velas apagadas era el pasado y las que brillaban eran los idas del futuro y las que humeaban eran los dias presentes...y se hacian cada vez mas grandes...

mas no recuerdo, pero esa era la idea...una idea que aun me tiene pensando enel presente, y que quizas el futuro tb este humeando hasta apagarse...

2:34 p. m., septiembre 17, 2005

 

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