Todo está lejos. Todo es una copia, de una copia, de una copia.

lunes, enero 30, 2006

Humanas vacaciones


Después de mucho tiempo vuelvo al blog. Tal vez desde aquí no publique nada hasta marzo. En vacaciones no hay tiempo y mi cabeza descansa lo más posible de las ideas que la rondan durante el año. Es la hora de tomar un vino callejeado, tirarse en la playa a que el sol evapore los pensamientos, de oler el bosque humedo y limpiar todo, de ver las estrellas como nunca se verán en Santiago, de dejar de lado el yo urbano y recuperar esa herencia genética de lo salvaje, de cuando eramos simios trepados en los árboles (y compartimos un 99 % ¿o más? de genes con el señor de la foto), me vuelvo mono. Esas son mis reales vacaciones, cuando en unos días me vaya a la playa a aislarme del mundo (aunque acá en Osorno ya se está bastante aislado) después habrá tiempo de volver al blog, de pasear por las calles pegoteadas de Santiago rebanándome la cabeza con ideas que pocas veces ven la luz, dejé todos mis cds allá y ya no lo lamento, despues será la hora de escucharlos, después oiremos a Franky en la metrópolis, la unidad de la naturaleza es mi soundtrack favorito hoy, porque ahora ni siquiera soy capaz de hilar un par de ideas, como se pueden dar cuenta al leer esto. Será hasta marzo cuando recupere mi humana civilidad (aunque nunca lo hago completamente). uhahahahahaha!!!!! (léase con simia voz)

martes, enero 03, 2006

La nave espacial


Hace unos 15 años jugaba en un árbol. Era un pino gigantesco que estaba ubicado en una calle interior del Club Aéreo de Osorno. Ese pino era una nave espacial, un barco pirata, un auto de fórmula 1, un edificio, una micro, una montaña que había que conquistar y cuanta cosa se me ocurriera. Tenía una rama como un largo brazo en la cual me sentaba a jugar o ver pasar el tiempo.
Una tarde estaba encaramado ahí, por alguna razón que no recuerdo mi hermana, compañera de todos esos juegos, no estaba conmigo. Yo miraba aburrido a unos niños que celebraban un cumpleaños en el casino del club (mi viejo era concesionario y vivía en ese casino-casa, una casona enorme de la cual hablaré en otro momento), estaba aburrido, entonces miré hacía abajo y una niña estaba parada junto al árbol. Me preguntó si podía subir, le dije que sí y la tomé de la mano para ayudarla. Se sentó al lado mio, yo no podía dejar de mirarla, estaba muy nervioso, nunca había visto una niña tan linda.
"No me dejan jugar con ellos, son unos niños pesados y aburridos"
"Esta es una nave espacial"
"¿Y para dónde va?"
"No sé, todavía no despega"

Jugamos el resto de la tarde, la nave recorrío muchos planetas extraños, después jugamos a escondernos de la gente y defendimos el árbol de los otros niños que querían subir tirándoles coquitos. Después bajamos y la llevé de la mano a ver los aviones del angar. Me hacía el importante saludando a la gente y mostrándole cada avión. Cuando ya estaba oscureciendo vimos que llegaba el auto de su papá a buscarla, nos escondimos detrás del angar y nos despedimos con un fugaz beso en la boca, era la primera vez que besaba a una niña en la boca y estaba completamente enamorado. Cuando se fué me subí al árbol para ver como se alejaba el auto, no me bajé hasta que desapareció todo el polvo del camino, me dolía el pecho y tenía ganas de llorar. Nunca más la vi.

Hace muy poco estaba sentado en la plaza de armas de Osorno, entonces vi a una joven que empujaba un coche con un lindo bebé. Nos miramos a los ojos por un segundo, y me acordé de la mirada de esa niña de hace 15 años.