Todo está lejos. Todo es una copia, de una copia, de una copia.

miércoles, abril 12, 2006

Vacío II (encuentro)



La calle estaba escasamente iluminada. Aún así pudo distinguirla en la acera de enfrente. Iba con una amiga. Vestía unos jeans y un sweater blanco que resaltaba su tez morena y su pelo suelto que caía por su espalda. Latidos acelerados inundaron su pecho y retuvo la respiración el segundo justo en que, ambos en distintas aceras, se cruzaron. Dudó, pero algo más fuerte que la voluntad hizo que la siguiera. La miraba de espaldas, ¿cómo alcanzarla?, ¿qué decirle después de tanto tiempo?. Sin voluntad la siguió, y sin voluntad cruzó la calle unos metros delante de ella. Ella no lo había visto, pero en cuanto cruzó y le dio la espalda sintió tras sí su mirada de sorpresa, incluso de desagrado. No se atrevió a dar la vuelta y verle la cara, la determinación de no buscarla más volvió a tomar fuerzas, pero la lucha era intensa. Se detuvo en la esquina, volvió sobre sus talones y alcanzó a verla cruzar la calle y doblar hacia su casa. Se sintió un imbécil, un loco que hacía estupideces, si ya la había seguido todas esas cuadras ¿por qué no le había hablado?. Había perdido su oportunidad, esa que inconcientemente había buscado desde aquel día del cine. Encendió un cigarrillo y con desesperación volvió a su casa.
Ella estaba feliz, había sido un buen día y ahora se venía un gran carrete. Caminaba con una amiga hacía su casa, tomarían once, se cambiaría de ropa, saldrían y se encontrarían con aquel chico guapo de la universidad, al que siempre miraba en clases y por fin había invitado a salir. Entonces, un par de cuadras antes de llegar vio que alguien cruzaba la calle delante de ella, era un fantasma de su pasado. ¿Qué cresta hacía acá?, de más que la había visto y se atravesó para mostrarse, ¿Qué se cree?. Lo miró inquieta, esperando que no se dé la vuelta. Caminaba delante de ella, sintió nervios de pensar en hablarle, entonces tomó del brazo a su amiga y cruzaron la calle. Él la miró, alcanzó a darse cuenta de ello, pero ya escapaba hacía su casa. No quería volver a verlo, no sabía si sus convicciones estaban bien reafirmadas y no estaba dispuesta a caer nuevamente. Una especie de nervioso desagrado lleno de dudas vino a nublar el resto del día. Por un tiempo nada fue lo mismo.

miércoles, abril 05, 2006

Nunca debimos bajar de los árboles



Estaba revisando noticias medioambientales. No soy un fanático ambientalista, ni siquiera soy vegetariano, pero cuando veo la matanza de focas en Canadá, la matanza de ballenas, la pesca de arrastre, la inundación (gracias a Ralco, te queremos Endesa y la &%$###"%) del Bío-bío, el fatídico proyecto de embalsar el Baker (otra vez Endesa, hasta cuando), la depredación brutal del amazonas, y un infinito etc. tiendo a pensar que definitivamente somos la especie más detestable e imbécil que alguna vez haya pasado por la Tierra. Lo mejor que le podría haber pasado al planeta es que nunca hubiéramos evolucionado del mono, y tal vez hasta seríamos más felices colgando de las lianas. Si alguien (por convención llamémosle Dios) ideó un plan de todo esto, es un plan bastante idiota, o por lo menos ocioso, porque, darse la paja de crear algo que demoró millones de años en desarrollarse para después entregarselo a unos simios sin pelo para que en un par de miles de años lo hagan pebre es, por lo bajo, una tontería. Además somos unos simios incapaces de adaptarnos al medio ambiente por lo que modificamos todo a nuestra conveniencia, dejando con ello la embarrada donde ponemos una mano, desequilibrando el ecosistema, desapareciendo especies completas de la faz de la Tierra, metiendo animales en jaulas para mirarlos porque somos copuchentos (¡que interesan los hábitos sexuales de la comadreja checoslovaca! déjenla tirar en paz!) y si no les enseñamos avergonzantes trucos humanoides y tenemos delfines, focas y orcas encerrados en picinas saludando y tirando agua a un montón de pendejos que lo único que saben es decir ooohh!, en fin, y lo peor de todo es que ni siquiera somos todo lo felices que quisiéramos. Hemos construido sociedades y sistemas, todo con el propósito de facilitarnos la vida, y lo único que conseguimos es complicarla. Pero eso sí un día de estos se van a vengar, todos se van a vengar, ¡acabo de mundo mijita!, se van a desbordar las represas, la selva va a destruir las máquinas, nos van a encerrar en jaulas, las focas nos van a apalear y las ballenas a arponear, y entonces tendremos que volver a colgarnos de las lianas a poto pelado y comernos los piojos entre nosotros. Pero ni siquiera va a ser necesario que se cumpla esta apocalíptica visión, porque somos tan imbéciles que nos vamos a terminar matando entre nosotros, y junto con eso nos llevaremos a todo el planeta al infierno, pagará el error de dejarnos evolucionar.