Todo está lejos. Todo es una copia, de una copia, de una copia.

viernes, octubre 21, 2005

Recordando el día que estubimos en pelotas.


El otro día, saliendo de lo de Warhol, me senté a fumar un cigarro en las escaleras del museo. Mirando la estatua del frente me acordé de un guatón en pelotas encaramado arriba el día de Tunick, "es una buena altura", pensé. Entonces me acordé de ese día, el día que estubimos en pelotas, de las carreras hasta el cerro, de la gente más diversa corriendo, gritando, riendo, todo en pelotas. De cómo de repente te encontrabas conversando con alguien de lo más relajado, como si estubieras en un café, comentando tonterías, "echando la talla". De cómo todos estaban ese día absolutamente felices (excepto los evangélicos), y todos eramos, por única vez sólo seres humanos. No había jefes ni empleados, ni ricos ni pobres, solo hombres, mujeres y niños todos uniformados con el culo al viento. Una catarsis nunca antes vista que va a pasar a la historia. Desde ese día algo cambió, fue como la conclusión (o tal vez el inicio, no estoy muy seguro) de un proceso de liberación espiritual, sexual y corporal post dictadura, desde ese día los tradicionales temas "tabú" lo fueron sólo para unos cuantos pegados, se comenzó a hablar de todo libremente, tanto en la calle como en los medios de comunicación, desde ese día se respira (por lo menos acá en Santiago) un ambiente más distendido.
En fin, tanta gente en pelotas no pudo pasar en vano, y si bien no se produjo un cambio radical y absoluto como todos ese día profetizábamos extasiados de adrenalina, se produjo un relajamiento paulatino (sobre todo a la hora de tratar ciertos temas). No fué el empelotamiento lo que produjo los cambios, sino la demostración de que estos eran necesarios, de que la autodenominación de sociedad "cartucha" era impuesta por unos pocos que hacía años habían perdido el poder. Y en fin, que todos queriamos poner las presas al viento libremente.

lunes, octubre 17, 2005

Warholiando



Estaba viendo libros en una librería añeja, de esas que atraen con su olor a papel quebradizo, creyéndome Dean Corso por un rato, cuando vi entrar a una mina vestida con una polera a rayas horizontales negras y blancas, una mini roja y medias a media pierna del mismo diseño de la polera, "una mina pop art" pensé, y entonces ¡zuácate! me acordé de haber escuchado por ahí de una exposición de Warhol en el Bellas Artes. Inmediatamente se vino a mi cabeza Lou Reed, The velvet underground, la Marilyn, y todos esos iconos visuales y musicales de la cultura pop que este loco creó. Los mismos libros viejos llevan años aquí y no se van a ir, pero una exposición de Warhol no se ve todos los días.
Warhol es de esos tipos que no pasan inadvertidos hagan lo que hagan, pudo haber sido sólo otro extravagante de salón, de esos que van a fiestas "socialité" y hacen escandalos a gran escala sólo por llamar la atención, y lo fue sin duda, lo que más apreciaba era el dinero y la fama (cuando nadie lo conocía una amiga le aconsejó que hiciera lo que más le gustaba: dinero. Hizo una serigrafía de un billete de 1 dolar y de íconos capitalistas. Se hizo famoso). Fue también un arribista, que al inicio intentaba a toda costa hacerse de amigos en los círculos importantes del arte (llamó y escribió por años a Capote sin obtener respuesta, por ejemplo) mientras veía como Liechtenstein y Rosenquist provocaban impacto con obras similares a las suyas, pero tuvo otro plus innegable: el talento. En una apreciación puramente estética puede gustarte o no Warhol, pero nadie puede negar que ayudó a construir toda una nueva forma de ver el mundo, un arte, una moda, una "cultura" de la cual Warhol fue el rey. Sin él tendríamos un prisma menos por donde jugar a ver la realidad.
Es LSD, es coca, y, sobre todo, anfetaminas, es también un ícono creado, un vendido, publicidad de una sociedad decadente que, como dice Chomsky, pretende controlar por la inconciencia del placer, pero al fin y al cabo ¿a quién cresta le molesta eso?, además, tal como Morrison, vendido o no (¿es pecado venderse?), su talento es abrumador. Warhol es Iggy Pop, es Bowie, es Lou Reed (él lo descubrió), las modelos anfetamínicas, etc. Y es que Warhol es una especie de artista renacentista de la sociedad de consumo, no se conformó con ser famoso sólo como pintor, sino también quería serlo como cineasta, diseñador, escritor, editor de una revista de modas y productor musical y de cine. Quiso siempre estar en la boca de todos, explorar todo en busca de más y más fama.
La exposición del Bellas Artes, no he ido a la de la sala Bank Boston, está basada en obras de Warhol de los 60's, 70's y algunas de los 80's, quizás faltan obras anteriores, pero no nos vamos a estar quejando. En su mayoría son sus famosas serigrafías, donde destacan la serie Mick Jagger (firmadas por Warhol y Jagger), Endangered Species, The Portraits of Jew of 20th Century, las famosas de Liz Taylor y Marilyn, y la notable Electric Chair. También hay una serie notable de fotografías de The Velvet Underground, Truman Capote, Dalí, Madonna, Lou Reed, el propio Warhol, etc. Portadas de discos, la famosa banana de The Velvet Undergroun, Aretha Franklin, Billy Squier, etc. Películas, libros, litografías... Un repaso bastante completo por distintas areas en las que desarrolló su arte. Se supone que en diciembre comienza el ciclo de cine en los últimos 10 días de exposición (termina el 18 de dic.). En fin, nada mejor para terminar que un cigarro en el forestal y escribir esto para que no se me olvide lo que vi.

viernes, octubre 14, 2005

Cuando vi Se Arrienda



Hace tiempo que no escribía. Treinta horas de carrete seguidas pueden ser muy entretenidas, pero dejan el cuerpo para el recuerdo. De todas maneras he hecho, como siempre, algo provechoso. Hay ciertas cosas que te hacen un click y te ayudan a ver el mundo de otra manera, puede ser un libro, una canción, una conversación, o una película. Esa es la sensación que me dejó Se Arrienda después de verla dos veces el fin de semana, un click, un remezón de esos que te dejan sentado pensando "no hay nada más que decir". Pocas veces me había sentido tan representado por una película (tal vez nunca), ver mis miedos, mis esperanzas, me hizo caer en cuenta que no estoy ni tan sólo ni tan equivocado como a veces creía, me hizo ver que he elegido el camino correcto, que no me equivoqué al dejar una carrera que me ofrecia un futuro economicamente acomodado por otra que es un reto, pero que es lo que me sale más facil hacer y lo que me gusta. Sobre todo me hizo darme cuenta que pase lo que pase en la vida, se nace con ciertas facilidades para algunas cosas, que son las que te hacen feliz. El asunto no es venderse o no venderse (o arrendarse), no es ponerse una corbata o una polera, no es trabajar en una oficina o en tu casa, sino que es hacer aquello para lo que tienes verdadero talento, lo que te gusta, lo que te sale con más naturalidad y que te acerca, aunque sea un rato, a la felicidad (no voy a decir plenitud porque espero que no exista).

jueves, octubre 06, 2005

¿Cuánto falta para el transantiago?


Son las 8:30,
- A ver el "paze"- se lo acerco a la nariz al micrero al tiempo que le paso las monedas.
- Estas no me sirven- mira con desprecio las 4 monedas de a 5 que le pasé.
- No tengo más, igual es plata- se acaba el rojo y el maricón acelera a fondo, por supuesto caigo sentado encima de una vieja.
- Córrete pal pasillo no más.
- ¡Choco panda, choco fru, super yiro, mustan!- no hay como pasar con este loco atravesado.
El pasillo de la micro huele a zobaco. ¿Cómo cresta hay gente transpirada a esta hora? Todos nos apretujamos para evitar que las aceleradas y frenadas del indecente del volante no deje el desparramo de gente. Una esquina a toda velocidad y termino sentado en una mina que debe ir a la U, no todo es tan malo.
- Sorry, pero este imbécil cree que maneja un camión de chanchos.
- No importa.
Deberíamos revelarnos, pienso, deberíamos obligarlo a manejar como la gente, deberíamos quemar la micro, amarrarlo y ponerlo en el pasillo y manejar como él maneja pa que se saque la chucha contra los asientos. Un imbécil me pone un codazo, mi furia crece cuando veo que ya son las nueve y todavía falta mucho.
- Ocho detrás de la 611 y bla bla bla- nunca entiendo lo que dicen estos locos.
Avanzamos una cuadra más y de repente la micro comienza a perder velocidad y a sonar como chancha pariendo. Bruuuuummmm. Humo. Olor a aceite quemado. El micrero se baja recitando chuchadas. Abre la micro. Vuelve a entrar chorreando sudor y colorado.
-¡Nos quedamos en pana, vayan bajando con los boletos pa que les pase la plata. Entre los miles de boletos que por algun motivo guardo en mi billetera escojo uno.
- Ese no es, no es la numeración- Y se fijó el maricón. Así que se los paso todos.
- Ninguno de estos es.
- Son todos los que tengo, alguno tiene que ser- Los revisa con cuidado, total no tiene nada que hacer.
- Ninguno, si quieres revisa tú- veo la 429 por la ventanilla, para un poco más allá. Las 9:30, me bajo corriendo y la tomo, cuando el micrero me pasa el boleto lo meto al bolsillo y encuentro el otro. Y el imbécil esperanzado aún cree en el transantiago, los mismos hueones vestidos de aviadores. Así me gusta empezar el día.