Vacío II (encuentro)

La calle estaba escasamente iluminada. Aún así pudo distinguirla en la acera de enfrente. Iba con una amiga. Vestía unos jeans y un sweater blanco que resaltaba su tez morena y su pelo suelto que caía por su espalda. Latidos acelerados inundaron su pecho y retuvo la respiración el segundo justo en que, ambos en distintas aceras, se cruzaron. Dudó, pero algo más fuerte que la voluntad hizo que la siguiera. La miraba de espaldas, ¿cómo alcanzarla?, ¿qué decirle después de tanto tiempo?. Sin voluntad la siguió, y sin voluntad cruzó la calle unos metros delante de ella. Ella no lo había visto, pero en cuanto cruzó y le dio la espalda sintió tras sí su mirada de sorpresa, incluso de desagrado. No se atrevió a dar la vuelta y verle la cara, la determinación de no buscarla más volvió a tomar fuerzas, pero la lucha era intensa. Se detuvo en la esquina, volvió sobre sus talones y alcanzó a verla cruzar la calle y doblar hacia su casa. Se sintió un imbécil, un loco que hacía estupideces, si ya la había seguido todas esas cuadras ¿por qué no le había hablado?. Había perdido su oportunidad, esa que inconcientemente había buscado desde aquel día del cine. Encendió un cigarrillo y con desesperación volvió a su casa.
Ella estaba feliz, había sido un buen día y ahora se venía un gran carrete. Caminaba con una amiga hacía su casa, tomarían once, se cambiaría de ropa, saldrían y se encontrarían con aquel chico guapo de la universidad, al que siempre miraba en clases y por fin había invitado a salir. Entonces, un par de cuadras antes de llegar vio que alguien cruzaba la calle delante de ella, era un fantasma de su pasado. ¿Qué cresta hacía acá?, de más que la había visto y se atravesó para mostrarse, ¿Qué se cree?. Lo miró inquieta, esperando que no se dé la vuelta. Caminaba delante de ella, sintió nervios de pensar en hablarle, entonces tomó del brazo a su amiga y cruzaron la calle. Él la miró, alcanzó a darse cuenta de ello, pero ya escapaba hacía su casa. No quería volver a verlo, no sabía si sus convicciones estaban bien reafirmadas y no estaba dispuesta a caer nuevamente. Una especie de nervioso desagrado lleno de dudas vino a nublar el resto del día. Por un tiempo nada fue lo mismo.